Uvas
Aída Mónica Torres
Milena Caserola (Buenos Aires, 2008)
Había una vez una niña que en las tarde de
verano se encerraba en su pieza a inventar historias, pequeña actriz montando la
escena para sí misma, en silencio, apenas susurrando la letra que manaba de su
interior como un río de lava. Luego, extenuada, miraba el techo y sonreía.
La
Niña dejó de ser niña alguna vez. Salió de su cuarto al mundo, y el mundo la
recibió con las fauces abiertas y las garras prestas para el zarpazo. Sus
escapadas nocturnas en busca del amor que la esperaba en aquellas noches
iniciáticas, fueron consumadas bajo el tableteo de las metrallas. Y rubricadas
por el silencio.
Sus pies se hundieron en el barro, sus piernas se robustecieron , su cadera se ensanchó y sus pechos se inundaron de savia. en silencio, como un árbol, floreció.
Avenida Corrientes, San Telmo, el Abasto. Escenarios, albergues, madrugadas que no tienen fin. Y sus cuadernos que saturan de magia. La poetisa que arrulla a las tempestades bebe su licor en soledad, licor de uvas negras que derriten la geometría, que su exaltación vital arrasan con los moldes y las convenciones, como un grito que clama libertad, alegría y celebración. Uvas negras que explota, de una vez, para romper tanto silencio.
Esteban Blinder