Memorias de un pegaplatos





Memorias de un pegaplatos
Luis Ramón G. del Pomar
Amargord Ediciones (Madrid 2011)


77
Más de una vez he visto turbada mi sonrisa de
hombre curioso, al preguntar si el frío salía
de las entrañas o era cosa de los cielos.



84
Difícil es desligar el corazón de los objetos físicos
siempre presentes. Evidencias visuales que a lo
mejor no son nada.



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No siempre fui favorecido por el azar o los dioses.
De ahí que he probado a impulsarme en direcciones
opuestas
y casi siempre con riesgo.
Está claro que he evolucionado varias veces
en mi forma de pensar
y aún soy el ingeniero diseñando sistemas
de control para comunicarme.
Los problemas graves suelen venir cuando pierdo
los mandos y no sigo el mapa cognitivo
convirtiéndome en persona sin experiencia
que se guía por reflejos incondicionados.
Soy un animal llevado por los sentimientos
y confundido por los deseos y las ideas.
Una persona dispuesta a actuar según mi estado mental
razón por la que caigo en remolinos sin estructura
de equilibrio.
Hay veces que alcanzo lo previo de mis actos
y puedo producir una conducta observada
por la inteligencia.
Entonces me llaman frío y doy miedo porque
cuando esto ocurre
suelo guardar el corazón en el fondo del olvido
para que otros
por el azar o los dioses
no ilustren sus experiencias
pisoteando en mi cerebro los pasillos del alma
ilusionada.


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Siento haber corrido tanto
y el haberte salpicado
con lo precipitado de mis ilusiones.
Aprender me convierte en miniatura.